Testimonio de Getúlio

Mi nombre es Getúlio, tengo 53 años, estoy casado y soy padre de tres hijas.

A mis 20 años, después de una infección de garganta, me diagnosticaron insuficiencia renal crónica. En ese momento, no tenía idea de qué era esta enfermedad o sus consecuencias, hasta que ingresé a la hemodiálisis. Fueron tiempos difíciles, ya que no sabía ni había oído hablar de la diálisis.

Al principio no fue fácil, las dudas, la falta de información y la incertidumbre sobre el futuro, eran factores tortuosos y deprimentes, pero no tenía forma de escapar de esa realidad y así comencé el tratamiento. Con el tiempo, me di cuenta de que con cuidado y determinación, podría vivir esta nueva situación tranquilo y sin dificultades.

Comencé el tratamiento y un tiempo después volví a trabajar, involucrándome poco a poco en mis actividades, siendo promovido, incluso en diálisis. Hice un acuerdo en la empresa donde trabajaba, para salir temprano los días de tratamiento y así pude trabajar y también tener mi tratamiento de diálisis. Y así me quedé durante 31 años.

Con el tiempo, cuando me adapté a mi nueva vida, conocí a una persona, que llegó a convertirse en mi esposa. Estuvimos juntos 8 años y con ella tuve dos hermosas hijas, desafortunadamente en el segundo embarazo se enteró de que tenía cáncer, y murió poco después del nacimiento de mi segunda hija. Fue una situación muy dolorosa, porque además de perder a mi esposa, me quedé con la misión de criar dos hijas, la mayor de seis años y la menor de un año y yo, estaba en diálisis.

En ese momento ya había aprendido que no debo inclinar la cabeza por la enfermedad, porque donde hay obstáculos, también hay oportunidades. Y fue aferrándome a las oportunidades que logré superar esta situación. Nunca dejé de hacer lo que me gustaba. Entendí que la máquina de diálisis no es un castigo, todo lo contrario. Es una bendición, una nueva oportunidad para continuar nuestros proyectos, nuestras vidas.

Me casé por segunda vez y tuve otra hermosa, que ahora tiene tres años. He viajado por todo Brasil, ya he formado a dos de mis hijas. Me trasplante, volví a diálisis y vivo mi vida con agradecimiento y seguro de que si no inclinamos la cabeza ante la enfermedad, seremos ganadores.

Gertúlio con su familia